martes, 16 de septiembre de 2008

El 2 de febrero de cada año, en una fiesta religiosa que sigue llamándose de la Candelaria, en ciertos barrios de Zamora, como en la Cañada de los Once Pueblos, en Michoacán, aún sobrevive la costumbre de reunirse en tertulia, al atardecer, familiares y amigos, en torno a una lumbrada frente a la puerta de su casa, entre tamales, buñuelos, atole, ponche y demás antojitos navideños, con el pretexto de una serie de rituales, en que se empalma lo religioso con las relaciones de parentesco, y que se han ido configurando en torno al "levantamiento del niño".

Lo que ha dado el nombre a la tradición que nos ocupa es la procesión que en esta fecha se hacía portando candelas benditas. Según el Martirologio Romano la de la Candelaria es la fiesta de la Turificación de la Virgen María, llamada por los griegos hypapante del Señor". La actual festividad de la Candelaria en la liturgia romana es el resultado del empalme de dos fiestas en una: purificación de María y presentación de Jesús en el templo. La ambivalencia simbólica de una vela encendida hizo el resto: la luz -símbolo cristológico- y el fuego símbolo de la purificación de María.

Para el hombre occidental común y corriente, las fiestas relacionadas con la Navidad tienen un valor conmemorativo; es decir responden estrictamente a un calendario de algo sucedido hace exactamente 1991 años. Según el mito cristiano, el 25 de diciembre del año uno -o del año cero- de nuestra era, la era cristiana, en Belén de Judá, en un pesebre, María de Nazareth, una virgen desposada con un carpintero también nazarethano llamado José, habría dado a luz a su hijo primogénito Jesús -en realidad hijo de Dios y salvador del mundo-, concebido por obra del Espíritu Santo. Es lo que dice el Martiologio Romano el 25 de diciembre en su estereotipado y solemne lenguaje. Cuarenta días después, el 2 de febrero, María se habría presentado en el templo con dos palomas para realizar el rito de purificación prescrito en el Levítico a las parturientas. Todo esto habría sido fijado en un calendario por los cristianos primitivos y pasando siglos y milenios habría llegado hasta el 2 de febrero pasado.

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